lunes, 6 de septiembre de 2010

Antoni Asunción: «Al PSOE valenciano no le vendría mal ahora enfermar del ansia del poder»

Antoni Asunción jose aleixandre



Lleva en su sangre la política: elegido alcalde de Manises en las elecciones municipales de 1979 y reelegido en el 83 y 87, ha sido presidente de la Diputación de Valencia; director general de Instituciones Penitenciarias; secretario de Estado de Asuntos Penitenciarios y ministro del Interior.
Mª José Muñoz Peirats.

Ha sido el único político que ha dimitido de su cargo. Diputado en Cortes generales por Valencia en 1993. En la actualidad mira hacia el mar y todos los peces le votan.

Antonio Asunción contesta a todas las preguntas con claridad. Ha recorrido muchos caminos libremente, con esa libertad que le ha dado una total independencia. La tarde se irá yendo y sus palabras quedan en esas horas azules en las que ha accedido a confesarse en la ciudad.

-Confiese, ¿cómo un político de su talla se convierte en un empresario de éxito?

-Bueno, de éxito relativo. Depende de la óptica desde la cual se mire. Digamos que no me ha ido mal, soy un empresario modesto, nada más.

-¿Qué pecado político ha cometido?

-Supongo que muchos?

-¿Por ejemplo?

-El no ser crédulo?

-Se ha dicho de usted que en política camina sobre campos minados?

-No, creo que anduve sobre campos minados, ahora desde luego no. No ando en política activa.

-¿Para nada?

-Enredo un poco? pero no, no.

-¿Recuerda el momento en que decidió dimitir como ministro del Interior?

-Perfectamente, lo tengo muy presente y creo que es una de las decisiones más serenas y con mayor análisis de la situación que nunca he tomado. Hice lo que creía y debía hacer.

-¿Ha abandonado para siempre la política?

-La política no se abandona. El político no la abandona, la diferencia es que se está en política activa o no. Yo no estoy en la política activa, pero de hecho, la política me apasiona, doy mis opiniones a los demás, pero no estoy en la parte activa, ¡claro!

-Desde la perspectiva que le da el tiempo, ¿cómo ve el panorama actual?

-Lo veo diferente de la política que viví con más intensidad en los años de la transición. Es un modelo diferente, no me atrevo a calificarlo. Es más parecido ahora a lo que ocurre en el resto de los países de Europa. Tal vez en aquel entonces vivimos momentos brillantes, porque el contexto desde el cual partíamos lo permitía. Lo que era el poder por el poder o las cosas más pegadas a los intereses quedaban soslayadas; la ideología tenía un peso muy especial. Ahora es todo más pragmático y si lo analizas bien hay que decir: ¡afortunadamente! porque es una consecuencia de la normalidad democrática.

-¿Ha perdido el pueblo la confianza en los políticos?

-No. Digamos que los ha desmitificado, cosa que es muy positiva. La gente, en la medida que va adquiriendo cultura política, va conociendo más a la clase política y la va desmitificando, como ocurre en todos los órdenes de la vida. Cuando se conocen bien las cosas dejan de ser sublimes, para ser más humanos.

-¿Los temas de secreto de Estado, algo escabrosos, se manipulan desde el desconocimiento real?

-Lo escabroso nunca es secreto. Siempre se airea y por lo tanto diríamos que no hay secretos más aireados y más publicados que los llamados secretos de Estado. Siempre hay una cierta tendencia hacia aquello del enigma policial que a veces encierra, o bien el no saber qué decir, o el no saber cómo reaccionar.

-¿En estos casos se llegan a cometer graves injusticias? Por ejemplo, personas inocentes, que fueron señaladas como culpables? ¿no fue así?

-Aquí hay dos partes: mi etapa en el Ministerio del Interior que fue un momento muy convulso de la política española, el declive del gobierno socialista en los últimos años y un deterioro notabilísimo de lo que era la política de dicho ministerio. Tal vez sí que hubo alguna situación de injusticia manifiesta de la que nunca se habla; es la que se cometió con el general Manglano, Emilio Alonso, hombre muy leal al Estado que sin embargo no recibió buen trato. En ese sentido, cuando atraviesas situaciones complicadas, te das cuenta de que al final el entusiasmo con el cual tú te entregas a la tarea de lo público, en muchas ocasiones no encuentra la respuesta esperada, sino todo lo contrario, la soledad más absoluta. Eso siempre es así. La entrega a lo público requiere de gran convicción y entereza.

-Fueron momentos duros?

-Fueron momentos duros, sí, muy duros, aunque creo que los momentos que viví en la Dirección General de Instituciones Pernitenciarias también fueron muy duros. Una parte importante de mi vida política se desarrolló en las cárceles españolas, donde sí tuve tiempo de hacer cosas, de establecer un plan penitenciario que ahora rige.

-Debe ser muy difícil y complejo todo lo que rodea las cárceles?

-Es muy complejo. No teníamos, desde luego, superávit, y había que controlar el gasto y sacar dinero de donde no había, tuvimos que ingeniar mil esquemas y comenzar ya un modelo de "privatización" desde la empresa pública para construir cárceles desde una empresa que era de capital público y de carácter privado en su funcionamiento que sigue actualmente que se llama Siep. Todo aquello era ingeniería financiera para no presentar más déficit público. Ahora también se hacen modelos similares con la sanidad, se privatizan servicios públicos. Al fin y al cabo es una forma de invertir y pagar a plazos.

-¿El trato a los presos terroristas es un trato difícil?

-No, en absoluto. En las cárceles todo cambia. Los terroristas de ETA no son complicados. Además la política de dispersión resolvió el problema del control que la banda terrorista ejercía sobre los presos, es decir que el mayor carcelero que tenían, y siguen teniendo los presos de ETA, es la propia ETA. La banda terrorista siempre ha tratado de evitar las deserciones impidiendo la aplicación de los beneficios penitenciarios previstos en la ley para los condenados que se arrepienten de los delitos cometidos.

-Desgraciadamente usted tiene experiencia sobre terrorismo. ¿En qué momento estamos?

-Aunque la sociedad conozca a ETA, es difícil acostumbrase a un terrorismo como el que hemos sufrido estos días de nuevo, con el asesinato del ex concejal socialista. Pero somos conscientes también de que el problema es tan complejo que si no se resuelve en una legislatura no va a pasar factura. Sí que puede pasarla si te arriesgas en exceso y muestras la debilidad que en ocasiones se ha mostrado. Somos conscientes de las dificultades que entraña el problema terrorista en España. Es un tema de largo alcance y de medidas concretas, pero no olvidemos que la situación actual favorece también vientos de nacionalismo, a los que hay que acostumbrarse y por lo tanto, desde mi punto de vista, es indispensable convivir.

-En un momento dado, usted se quejó del ansia de poder del POSE valenciano. ¿El poder es una enfermedad incurable?, ¿ha padecido sus síntomas alguna vez?

-Seguramente los he padecido, pero ahora al POSE valenciano no le vendría mal enfermar del ansia de poder.

-¿Qué le hizo presentarse de candidato a la presidencia de la Generalitat valenciana?

-Pues muy fácil, que el artista se nos cayó del cartel. Y a pocos días de la corrida. Por lo tanto, tuvo que ir el suplente y hacer la campaña con el cartel del otro. Sí es verdad que a partir de ese momento estuve dispuesto a quedarme en la política activa y dirigir al PSOE valenciano, pero no tuve los apoyos suficientes, por lo tanto tuve que retirarme a la vida privada.

-¿Alguna vez le pasó por la cabeza llegar a ser presidente del Gobierno?

-Más que pasar por la cabeza, eso es un sueño que siempre, todos los políticos sueñan, ¿no? Y en mi caso también ¡claro!

-¿En política se necesita el olfato de un piel roja para escuchar por dónde pasan los cuchillos?

-Sobre todo los propios.

-¿Está el PSOE falto de democracia interna?

-Igual que todos los demás partidos. En Europa se produce una paradoja que es una perversión del sistema democrático donde la democracia se sustenta sobre pilares fundamentales que son los partidos políticos y estos no son lo suficientemente democráticos, funcionan un poco a toque de corneta del que manda y los aparatos manejan a su libre antojo casi todo. Entonces creo que urge tomar medidas como las de la sociedad norteamericana. Ahora nos están dando un buen ejemplo de lo que es una democracia participativa, con todos los problemas y defectos que suele tener todo sistema, pero desde luego es admirable que unas primarias puedan decidir sobre cuáles son los candidatos que se van a presentar por el partido y que no lo decida el aparato en una mesa camilla.

-¿Cuál es su valoración de las últimas elecciones?

-Creo que estos resultados han sido los más anunciados en las diferentes encuestas de opinión. Tal vez no se había reflejado el desplome de Esquerra Republicana de Catalunya, ni el de Izquierda Unida. También es cierto que el nuevo gobierno puede afrontar la legislatura con madurez, experiencia y conocimiento de los problemas que hay en España para desarrollarlo con éxito.

- Usted es republicano. ¿Le gustaría tener al señor Aznar como presidente de la República?

-Yo respeto al rey don Juan Carlos, creo que es un político nato que jugó muy bien la transición española y la condujo maravillosamente, que ha demostrado una vez más que en estos momentos complicados en que había cierta zozobra alrededor de la Casa Real, y de la institución, ha manejado perfectamente la situación, como cualquier hábil político de nivel. Ahora bien, es obvio que la institución monárquica no es de este tiempo. Es de otro momento y que lo lógico es que la Jefatura del Estado tenga unas competencias y tenga unas responsabilidades que limiten el poder de La Moncloa. En España, el poder de La Moncloa es absoluto, cosa que no ocurre en los países que tienen la Jefatura del Estado potente, y es cierto que a un jefe del Estado no elegido democráticamente no se le pueden atribuir poderes como los que tienen el presidente de la República francesa o italiana, etcétera, que puede disolver las Cortes, que puede devolver las leyes a los legisladores y tiene un ejercicio y un poder real. En ese sentido, creo que es bueno para la democracia que no exista la acumulación de poder que hoy existe en España en La Moncloa. Dicho esto, cualquier presidente electo por los ciudadanos de este país, incluido Aznar, me parecería perfecto.

-¿Los países de los Balcanes apuntan de alguna forma al problema del País Vasco?

-Pienso que España no debe apoyar la independencia de Kosovo y debe ser consecuente. No tiene nada que ver con el País Vasco, pero da igual, cualquier pretexto es utilizable. En Europa tenemos que ser un poco consecuentes. A mí me parece que se está actuando con una cierta ligereza. Escocia está cerca de plantear una cierta resolución que ya he leído, y que se está frenando, pero que cualquier otro podría también plantear una situación parecida, despegarse del Reino Unido; Gales podría ir detrás. Rusia tiene varios problemas: Chechenia, Osetia, etc. En España tenemos el País Vasco que puede encontrar cualquier pretexto? A las personas que creen en eso cualquier cosa les sirve. A mí me parece que se está obrando con cierta ligereza en estos temas y que la actitud de EE UU no es la correcta y que no debería haberla alentado, porque complica mucho la situación europea.

-¿Hay una cierta derechización en los países europeos?

-No. Creo que está todo más o menos equilibrado.

-¿Es difícil el equilibrio entre el triunfo y la derrota?

-Total, no hay equilibrio.

-¿Para mantenerse en el triunfo y no caer en la derrota??

-Eso ya es: Anem fregir i menjant.

-¿Usted enreda en las cajas?

-Ya no, porque no estoy en ninguna. Estuve y enredé lo que pude.

-¿Sigue siendo el asesor del presidente del Banco Portugués de Negocios José Oliveira Costa?

-No, ahora ya no. Lo fui un tiempo. Fue una etapa muy enriquecedora para mí. Pero ahora estoy muy dedicado a las empresas de piscicultura y además estoy en algún que otro consejo de administración.

-Tiene negocios en el mar. ¿Es un Neptuno?

-No. Soy un simple pescadero.

¿Es usted Tu Di Gong, dios de la Tierra? En la dinastía Ming se construían templos para este dios en todas partes, y usted forma parte del consejo de administración de Construcciones San José y no creo que pare ahí? porque usted no para nunca.

-No creo que me haga nadie ningún templo.

-¿Pero no los hace usted?

-En todo caso, no para mí.

-Los expertos consideran que un aspecto clave para mantener la confianza de los inversores en el mercado español serán las medidas que se pongan encima de la mesa para moderar el impacto de la crisis inmobiliaria.

-Una vez más echaremos mano de Keynes, una vez más seremos keynesianos. En estos momentos lo que hay que moderar y contener es la inflación, que es el peor enemigo que tenemos. Tenemos que mejorar la competitividad. En un momento de crisis todos nos tenemos que apretar el cinturón. Todos los que más ganan se tendrán que apretar más porque a los que ganan poco no se les debe apretar más. Por lo tanto, hay que apretar donde están los grandes márgenes. Lo que conviene en lo público es ajustar el capítulo del gasto corriente, bajo lo estrictamente necesario y esencial, y dedicar más presupuesto a inversión pública para sustituir, en parte, el déficit o vacío de la iniciativa privada. Ahora hay que empujar desde lo público, hace falta mucha VPO, mucha vivienda oficial protegida y por lo tanto todavía hay márgenes y desde ese ámbito es desde donde las administraciones, los trabajadores y los empresarios tienen que empujar todos en la misma dirección.

-¿Se ha perdido la batalla de la competitividad?

-Esta no se puede perder nunca, porque entonces estás perdido, digamos que hemos retrocedido, pero perdida no está. Tenemos que ser competitivos, tenemos que ser eficaces y tenemos que intentar superar el vender más de lo que compramos, sabiendo que nosotros tenemos que comprar mucha energía, con lo cual todo aquello que podamos hacer con energía renovable, todo aquello que pueda ser sustituido -dejando aparte el cambio climático que es un gran objetivo en sí mismo- simplemente para no importar más recursos energéticos hay que hacerlo y al mismo tiempo estás generando empleo, con lo cual todo aquello que podamos invertir desde lo público para ganar esa batalla hay que hacerlo. Los parques solares, los saltos de agua, todo lo que conlleve ahorro energético hay que hacerlo. Eso nos va a ayudar en la competitividad y por supuesto en la formación y en la información de la clase empresarial. Porque los trabajadores sin los empresarios tampoco pueden hacer nada, es todo un conjunto. Las empresas que no sean capaces de competir desde la globalización dejaran de existir

-¿El bienestar económico proporciona una cierta independencia tanto de pensamiento como de acción, se potencia la libertad?

-Sin duda eso es cierto. Ahora bien, a mí nadie me ha regalado nada, he tenido que trabajar, por lo tanto no me importó dejar la política y ponerme a trabajar. Si de joven me impliqué en política, pues de mayor a trabajar.

-Hablando de libertad, ¿cómo se lleva la independencia teniendo que llevar siempre un guardaespaldas?

-Mira, cuando piensas en aquellos que desgraciadamente no están con nosotros por no llevarla, se me pasa todo. Entonces no me importa.

-¿Estamos en un momento de alarma económica real o sólo "alarmista"?

-Pienso que hay que ser conscientes de que la actualidad es complicada y a las cosas hay que llamarlas por su nombre. La situación se puede complicar bastante. Pero no quiere decir que no se pueda salir, porque de éstas hemos tenido, y hemos salido. Esto es cíclico. Creo que tiene salida y hay que empujar y tenemos que empujar juntos en la misma dirección.

-¿Entre la política y la empresa, qué asignatura pendiente ha dejado en el camino?

-Muchas, muchas, muchas?

-¿Por ejemplo?

-Me dejé sin desarrollar mi proyecto en el Ministerio del Interior, por ejemplo. Quería aplicar ciertas fases de eficacia, hay muchos recursos que se pueden utilizar de otra forma, se podría mejorar la eficacia. En la privada, hay miles de cosas que podría haber hecho y que no he tenido tiempo y no creo que lo tenga.

-¿Hay alguna posibilidad de encontrar todavía contenidos revolucionarios?

-Creo que la evolución es en sí una revolución.

-¿Qué pecado cometemos los valencianos?

-¡Ay!, yo veo unos cuantos, pero algunos estupendos.

-¿Por ejemplo?

-Bueno, bueno, bueno?. que no quiero repetir aquí el Virgo de Vicenteta

-¿Es pecadora nuestra ciudad?

-¡Cómo no! Tot lo bo es pecat.

-¿Mañana será un día mejor?

-Sin duda, sin duda?

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