sábado, 9 de octubre de 2010

LOS MEDIOS, CONTRA LA HUELGA GENERAL

LOS MEDIOS, CONTRA LA HUELGA GENERAL

Amarillo fuerte tirando a ocre

Martes, 5 Octubre , 2010

Antonio Peiró *









Calle de Hortaleza (Madrid), el 29-S, a las 10:54 horas. / Reportaje gráfico: Antonio Peiró.

“No veo ambiente de huelga general”, ha sido una de las frases más repetidas durante semanas por los portavoces de casi todo y la mayoría de los profesionales de la opinión, también llamados tertulianos, al parecer especialistas en ambiente sindical. Qué le vamos a hacer, piensas, si no lo ven, no lo ven, ignorando que vas a asistir a la enésima campaña de desinformación. Más cerca del 29-S observas que va subiendo el tono de quienes tienen el privilegio y la responsabilidad de conformar la opinión pública: “la huelga general es un error”, “es de manual que en crisis no se convocan huelgas generales”. En paralelo, ves que buena parte de los medios (especialmente los audiovisuales y digitales anclados en la derecha profunda) arrecia en su larga ofensiva contra “los sindicalistas”. Por supuesto, siguen sin ver clima. Pero llega el 9 de septiembre y CCOO y UGT reúnen a dieciséis mil delegados sindicales en Vistalegre (Madrid), aportando algo de calor y de color a este mundo supuestamente frío y gris de la protesta. Entonces la campaña (ya plenamente confirmada) dobla otra esquina “qué hacían todos esos fuera de su trabajo en horario laboral”, las lenguas se tornan lanzas y los insultos digitales suben decibelios, desde el simple “vagos” al truculento “hijos de puta”.







Gran Vía y Plaza del Callao (Madrid), el 29-S, a las 11:28.

En los días previos a la huelga general, columnistas, articulistas y las gentes de bien que controlan en la práctica el cotarro mediático se ganan el sueldo y empiezan a poner en circulación el “miedo ciudadano”, el “temor a los piquetes” y el “derecho a trabajar”. Los hay que, incluso, piden la dimisión de los dirigentes sindicales si la huelga fracasa, teniendo ya en la cabeza el titular del día después. Como si desconociesen la realidad televisiva actual de un sinfín de canales altamente tecnificados, aventuran que si las pantallas no se van a negro a las cero horas del 29 (como aquel 14-D de hace casi veintidós años y de televisión única), puede considerarse que la huelga no saldrá adelante.

En el colmo de la comprensión, uno puede entender que los medios de comunicación privados hayan sido convertidos en empresas multimedia, con inversores ajenos por completo al mundo de la información e intereses económicos y financieros globales más allá de los deberes clásicos del periodismo, pero es imposible asimilar que la pública estatal caiga en el desequilibrio absoluto a la hora de abordar cuestiones de tanta importancia. Así, TVE-La 1 emite un 59 segundos (22 de septiembre) con seis invitados beligerantes con la huelga o anodinos, según los casos: José Antonio Zarzalejos: “es un anacronismo”, Nuria Ribó: “es inoportuna, hay miedo a la violencia”, José Antonio Segurado: “es absurda”, José García: “obviamente no estoy a favor”, mientras el ex secretario general de CCOO, José María Fidalgo, adopta un tono suficiente y resabiado que le lleva a concluir con un mayestático “la huelga es inevitable, ni oportuna ni inoportuna, es peor”, y Arsenio Escolar pasa desapercibido. En RNE, Juan Ramón Lucas pone en antena un día antes (28 de septiembre) el llamado Gabinete de crisis, con cinco invitados, cuatro de ellos posicionados claramente en contra del paro: Pedro Sánchez (PSOE), Ramón Aguirre (PP), Emilio Olabarría (PNV), Alejandro Couceiro (CEIM-CEOE), y uno a favor, Toni Ferrer (UGT).





Calle de Atocha (Madrid), el 29-S, a las 14:47.

Con todo, lo peor está por llegar. El 29-S el Gobierno responde como todos los gobiernos, negando la mayor, eso sí, con vaselina socialdemócrata, y los periódicos de mayor difusión defendiendo lo suyo y titulando en contra de la protesta después de que la huelga general les obliga a cerrar con antelación (producto devaluado), imprimen entre la mitad y un tercio menos de páginas al mismo precio de un ejemplar normal (engaño comercial), con problemas en el reparto y, en Madrid, con cierre general de quioscos que impide la venta. Hablando de ventas, está muy bien eso del medir el impacto de la huelga según el gasto de energía, el porcentaje de tiendas abiertas y hasta el de empleados del pequeño y mediano comercio que van a trabajar, pero estaría mejor que la patronal hiciese público el volumen real de ventas del 29-S porque, al menos en Madrid, en las horas centrales de la huelga general, en las principales zonas comerciales del centro (Fuencarral, Montera, Gran Vía, Preciados, Sol, Carretas, Atocha) la mayoría de las tiendas no abren, en las que tienen el cierre levantado la ausencia de clientes es clamorosa y el vacío en las calles (algunas peatonales) indudable.

No obstante lo observado personalmente entre las once de la mañana y las dos y media de la tarde del miércoles, La Vanguardia titula al día siguiente “la actividad apenas se ve afectada en el centro de las principales ciudades”. Si a lo expuesto en el comercio del centro de la ciudad se añaden los polígonos cerrados, la no recogida de basuras, los problemas en el transporte público, el paro en grandes empresas y la afluencia a las manifestaciones, se comprenderá que los titulares de portada de El Mundo -“fracaso general”-, ABC -“fracaso general”-, La Razón -“fracaso de la huelga borroka”- y El País -“impacto moderado”-, se compadezcan mal con la realidad y, lo que es más grave, no se correspondan con el deber y la obligación de los medios de informar a la ciudadanía con veracidad, rigor e independencia.

Que el paro no ha sido total, seguro, siempre se puede exigir más a todo lo que no llega al cien por cien; que ha sido suficiente para mostrar un amplio rechazo colectivo a la reforma laboral y a los ajustes sociales, sin duda; que hay más trabajadores en contra de estos retrocesos de los que participaron en la huelga, también; que no ha sido un fracaso, fijo; ah, y de ambiente… muy bien.



(*) Antonio Peiró es periodista, miembro de la Ejecutiva del Sindicato de Periodistas de Madrid (SPM) y coordinador de Acción Sindical de la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP).

la depuradora de Pinedo. la fiscalia investiga posibles irregularidades cometidas en la citada sociedad.

EL PAIS CV.

La depuradora de Pinedo, que trata un tercio de las aguas negras de la Comunidad Valenciana, está gestionada desde hace unas semanas por la UTE (unión temporal de empresas) Aguas de Valencia, Agricultores de la Vega y Depuración de Aguas del Mediterráneo. Emarsa (Empresa Metropolitana de Aguas Residuales de Valencia, SA), que gestionaba hasta julio pasado la planta, está desde entonces en disolución y liquidacion.

El PP impuso su mayoría el pasado 26 de julio en la Entidad Metropolitana de Servicios Hidraúlicos (Emshi), propietaria de Emarsa, para disolverla por su abultada deuda. Emarsa arrastraba un déficit superior a los 16 millones de euros y, sin embargo, remuneraba a varios de sus directivos con un sueldo superior al que cobra el presidente del Gobierno español.

La gestión de la depuradora de Pinedo, ahora en manos de la unión temporal de empresas, salió a concurso público en septiembre. La nueva entidad encargada de tutelarla, la Entidad Pública de Saneamiento de Aguas Residuales (Epsar), de la Generalitat, tiene pendiente la adjudicación definitiva por un plazo de cuatro años y una cantidad inicial de 84 millones de euros.

El Consell ha asumido la gestión de la planta pero no así los millones de euros de deuda que acumula Emarsa, una carga que tendrán que asumir los Ayuntamientos metropolitanos que controlaban la empresa.

La Emshi está constituida por medio centenar de poblaciones del área metropolitana de Valencia y encargada de proporcionar agua potable en alta a los municipios de su entorno. El alcalde de Manises, Enrique Crespo, del PP, es su presidente.

Los consejeros socialistas en Emarsa, encabezados por el alcalde de Albal, Ramón Marí, han solicitado a la Fiscalía de la Audiencia Provincial de Valencia para que investigue las posibles irregularidades cometidas en la citada sociedad.

SENSE REFERENT HISTORIC NI CULTURAL

La Comunitat sin nombre
LEVANTE MV 9 de octubre 2010
Símbolos. Ni "País Valencià", ni "Regne de València" ni siquiera "Comunitat Valenciana". La guerra de símbolos ha tenido un epílogo inesperado: el territorio fundado por Jaume I ha acabado llamándose "la Comunitat", a secas. En los últimos 195 comunicados oficiales de la Generalitat, "la Comunitat" vence por 215 a 184 apariciones a la "Comunitat Valenciana".

PACO CERDÀ VALENCIA Dice la Biblia que "al principio era el verbo, y el verbo estaba en Dios, y el verbo era Dios". En la patria de Jaume I, al principio era el sustantivo, Valencia, y el sustantivo iba seguido del Reino, y todo junto designaba al territorio común de los valencianos. Pero llegó la batalla de símbolos de la Transición y el sustantivo quedó rebajado a adjetivo: de Valencia a Valenciana, con la descafeinada Comunitat por delante. El gentilicio era degradado. Ahora, como si de un epílogo soterrado de aquella Batalla de Valencia se tratase, la práctica habitual ha desterrado cualquier referencia a Valencia del nombre más usual de nuestro territorio. Ahora es "la Comunitat". Al menos, así lo usa la Generalitat de forma mayoritaria en sus comunicados oficiales, según refleja un análisis pormenorizado de sus últimas notas.

En la semana pasada (del lunes 27 al domingo 3), la Generalitat elaboró 195 comunicados. En ellos, omitiendo los nombres de organismos o planes oficiales, aparece 215 veces la denominación "la Comunitat" y en 184 ocasiones se utiliza la "Comunitat Valenciana". Es decir, "la Comunitat" -así, en mayúsculas, como un nombre propio que no existe- copó el 53,9% de las ocasiones en que la Generalitat pretendía definir la autonomía valenciana. Y eso que el Estatut d'Autonomia no contempla esta denominación mutilada.

¿Tiene importancia este cambio no oficial bendecido por la política de hechos consumados? El sociólogo Vicent Flor, autor de una tesis sobre el anticatalanismo en la Comunitat Valenciana, cree que sí y lo atribuye a una estrategia doble. Por un lado, desvalencianizar a la población. Por otro, congraciarse electoralmente con los sectores de Alicante y Castelló sin conciencia valencianista y molestos con la denominación global de "valenciano". Porque, como subraya Flor, ésta es la única autonomía pluriprovincial que tiene una provincia que se llama igual que el conjunto del territorio autonómico (los otros casos son Madrid y Murcia).

El término "la Comunitat", añade Flor, es "una gota malaya que ahonda en el extrañamiento que la propia sociedad valenciana tiene de su cultura y sus tradiciones". "Decir 'la Comunitat', pues, es un paso más allá en este sentido. Además, es un paso lógico en la estrategia antivalencianista disfrazada de anticatalanismo que usa, precisamente, la institución encargada de promover activamente el sentimiento autonomista".

Los datos respaldan la tesis desafectiva que denuncia Flor. El último estudio del CIS pone de relieve que un 18,3% de valencianos preferiría que España fuese "un Estado con un único Gobierno central sin autonomías". Este nivel de centralismo uniformizante sólo es superado por Aragón, Castilla y León, y Madrid. Además, los valencianos son los terceros con mayor sentimiento de españolidad.

Sin referente territorial ni cultural

En este contexto no extraña el proceso onomástico que ha experimentado el territorio conquistado hace 772 años por Jaume I. El sociólogo Rafa Castelló, también profesor de la Universitat de València, lo explica: "El referente identitario es territorial y cultural. En el nombre, el Estatut anuló la reivindicación territorial del colectivo al descartar el término de 'País' o 'Regne' y elegir el de 'Comunitat', que se refiere a un grupo de personas sin espacio territorial. Por ejemplo, comunidad negra o comunidad gitana. Ahora, si quitas el referente cultural del nombre, que nos lo daba el adjetivo de 'Valenciana', ya no queda nada. Hemos desaparecido como colectivo nacional con aspiraciones territoriales y ahora estamos desapareciendo como colectivo diferenciado", asegura Castelló.

En esta misma línea profundiza Rafa Company, ex director del Muvim y coautor del Document 88 valencianista. "La Generalitat, que también ha perdido el gentilicio de forma oficial en el Estatut, ha acabado siendo una autonomía administrativa con poco aparato sentimental". A juicio de Rafa Company, "la pérdida del gentilicio en el nombre del territorio, más que una estrategia deliberada de la Generalitat y extendida a Canal 9, es el efecto de una inercia de vaciado valencianista que se ha producido sin oposición de la ciudadanía. Porque a algunos les molesta la palabra Valencia, y a otros no les hace falta". Y así, en la práctica, se ha mutilado la denominación oficial de una "Comunitat" que empieza a no tener nombre.